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Las bodas de oro de mis padres tras el confinamiento

Había pasado ya el confinamiento. Casi tres meses aislados en casa, saliendo solo para hacer la compra, teletrabajando, sobrellevando la crianza de los hijos, que habían aceptado la situación sin rechistar. Lo normal en una primavera que no olvidaremos jamás. Eva nos cuenta que “lo que peor llevábamos en la familia era no ver a nuestros padres, que a finales de mayo celebrarían sus bodas de oro. Y todavía creíamos que no estaríamos con ellos, que acabarían brindando con cava sin nosotros, sus hijos y sus nietos”.

Sin embargo, las nubes del confinamiento se fueron evaporando, aunque no la inesperada pandemia. De modo que Eva y sus hermanos, Antonio y Luz, se pusieron a toda prisa a organizar la celebración, que sería en un restaurante del pueblo. “Mi padre, Paco, se había caído unos días antes y tenía la rodilla maltrecha. Pensábamos que tendríamos que suspender la comida. Él decía que no era grave e intentaba andar sin muletas para demostrarnos que estaba bien. Pero su chulería le costó cara: se cayó de nuevo y la rodilla crujió, ¡catacrac! Vino a la comida en silla de ruedas quejándose porque decía que no le hacía falta la silla mientras mi madre, Rosa, le daba pescozones en la coronilla: ¡deja de decir tonterías, Paco!”, cuenta Eva.

El almuerzo fue una sucesión de anécdotas, risas y también alguna lágrima, nos cuenta nuestra clienta y amiga. “Recordaron cómo fue la boda en la iglesia del pueblo, en Valverde de Júcar, en Cuenca, donde vivían antes de marcharse a Madrid en aquellos años sesenta, empujados por la falta de trabajo. Mi padre decía que el cura, que era un hombre entrado en años y en kilos, acortó la misa porque -después se enteraron- más tarde le invitaban a comer en una fonda donde servían unas chuletillas de cordero de las que era muy devoto, tanto como a la Virgen del Espíritu Santo, la patrona del pueblo”.

“Se les veía felices, recordando a mis abuelos, que habían ido muriendo en los últimos quince años, y a sus hermanos, que vivían ahora en Alemania y Suiza y en Barcelona, Málaga y Valencia”, confiesa Eva, que nos dice que sus padres añoran aquellos tiempos: “El pueblo era muy distinto, decían. Con más sabor, no sé, diferente, sostenía mi madre, que no podía evitar emocionarse al acordarse de nuestra abuela, cuando cocinaba cantando unas coplas al estilo Conchita Piquer”.

Cuando vinieron los postres, llegó el momento más especial. “Les compramos unas alianzas con la inscripción de la fecha de la boda y de las bodas de oro. Les encantaron. Pero la auténtica sorpresa no fue esa sino un regalo muy diferente, El Periódico de tu Día, una portada personalizada que incluye las noticias de lo que sucedió el día que se casaron y una foto de la boda, en blanco y negro, claro”, confiesa Eva. “¡Qué manera de reír y de llorar alguna lágrima de felicidad por parte de los dos! Nunca había visto a mi padre así, con lo duro que es de puertas para afuera. Mi madre, ni te cuento, estaba súper alegre. No se les borraba la sonrisa. Les encantó verse en la portada, entre las curiosas noticias de aquella España que a nosotros nos parece la prehistoria pero que ellos vivieron muy felices”, señala, emocionada.

 


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Por: El Periódico de Tu Día | Publicado el 21 agosto, 2020
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