Las canteras califales de Almería

Este fin de semana he conocido un lugar muy interesante de Almería: las canteras califales, redescubiertas hace apenas seis años y escondidas en el cerro de las Mellizas, que domina el barrio de la Chanca, el mismo del que habló el escritor Juan Goitisolo. Un amigo aficionado a la arqueología, Javier Oliver, me llevó a ellas, después de que esta semana yo mismo intentara encontrarlas con mi bicicleta, sorteando empinadas cuestas. Hablé entonces con las gentes de la zona, observé a las mujeres en la puerta de sus casas, a los niños jugando en la calle y a las cabras pastando en los arbustos colindantes, mientras alguien ponía el flamenco a todo trapo. La esencia de la Chanca no se ha perdido.

Es domingo y después de tomarnos un café y unos churros en un quiosco en el barrio de Regiones nos dirigimos al lugar, algo inaccesible. Son cuevas imponentes, de gran altura, conectadas entre sí y con marcas indelebles de cantería. De aquí se extrajeron durante un siglo y hasta el año 1147 los sillares para la construcción de la Alcazaba de Almería, una de las fortalezas árabes más espectaculares de España. Las canteras califales tienen alrededor de mil años de historia y la buena noticia es que el Parlamento andaluz las declarará Bien de Interés Cultural, si bien hasta que no sea una realidad no habrá que felicitarse. El esfuerzo y la perseverancia de la asociación “La Chanca-Pescadería. A mucha honra”, eso sí, van dando sus frutos.

Dentro de las cuevas se distinguen también restos fósiles marinos, pues hasta aquí llegaba el mar hace millones de años. Y es que en Almería contamos con lugares increíbles para la arqueología: aquí yacen ruinas como Los Millares, que fue una de las ciudades europeas más grandes de la Prehistoria; en la provincia se encontraba la cultura argárica, descubierta por el belga Luis Siret; y aquí tenemos un deslumbrante Museo Arqueológico del que los almerienses nos debemos sentir muy orgullosos.