De ruta por los pueblos de Almería

El pasado fin de semana aproveché nuevamente el lujo de este invierno tan cálido, que es una bendición, para caminar por el campo. Fuimos mi mujer, unos amigos y yo a Abrucena, un pueblo almeriense que se encuentra en la falda norte de Sierra Nevada, en la parte almeriense. Serpenteamos los caminos de la montaña, cuajada de encinas, pinos y almendros en flor, una postal de primavera adelantada.

Me gusta Almería (no lo puedo disimular), pero no me considero una persona excesivamente chauvinista en el sentido de que desdeñe lo foráneo y anteponga lo autóctono. He viajado mucho, he saboreado costumbres muy ajenas y disfrutado de las vivencias de otros lugares, y no me importaría vivir en cualquier otro sitio. Y soy crítico con mi tierra cuando he de serlo, pero no puedo evitar contar la belleza que inunda esta provincia tan desconocida. Mucha gente cree que Almería es un desierto y, sí, tiene un desierto como el de Tabernas, rebosante de vida árida -muy rica-, pero también grandes sierras llenas de bosques como Gádor, Sierra Nevada, Alhamilla, Filabres, María y Contraviesa y otras más pequeñas como Almagrera, Cabrera, Estancias, Cabo de Gata y Sierra de los Pinos. No conozco una provincia española con tantas cordilleras.

Por ello, cada fin de semana es una aventura en busca de un paisaje preñado de tonalidades verdes, marrones y amarillas, entre el rumor del agua de los ríos, que bajan helados de las cumbres. Esta vez la ruta la hicimos andando en lugar de en bici y duró cuatro horas, sorteamos empinadas cuestas, perdimos el sendero y lo volvimos a encontrar cuando nos tropezamos con unos cortijos abandonados en los que debieron vivir familias enteras durante décadas, antes de la guerra. Vivían desconectados completamente del mundo.

Al regresar a Abrucena almorzamos en Casa María, un restaurante de comida casera perfecto para reponer fuerzas o incluso para añadir algunas calorías más. El reposo de los senderistas lo merecía ;-). Espero que la primavera sea tan generosa como este invierno, tan querido.